sábado, 14 de junio de 2014

EDUCAR EN UN CONSUMO RESPONSABLE



Frente a la avalancha de anuncios y campañas destinadas a promover en consumo masivo, la adquisición de marcas e, incluso de productos alimenticios, las familias deben asumir la tarea de inculcar valores de responsabilidad en el consumo a sus hijos. Este esfuerzo debe transmitir la idea de que no es necesario efectuar un gran desembolso económico, el consumo debe realizarse con criterio y de acuerdo a ciertos principios y plantear una reflexión y una petición en pos de un consumo responsable y guiado por valores que, además de permitir un cierto ahorro económico, permita inculcar a los hijos valores de solidaridad, generosidad y responsabilidad de cara a su formación como personas que habrán de desenvolverse en un sociedad de consumo, todo ello entendiendo que estos valores deben transmitirse en el ámbito de la familia, siendo una conducta coherente con las afirmaciones el mejor y más eficaz sistema de transmisión de estos valores.  


Enseñar a cuidar las cosas.

Ligado a lo anterior, para poder reutilizar es preciso que nuestros hijos cuiden las cosas. Deben ser conscientes de que tienen un coste y que ellos, sus hermanos u otros compañeros pueden disfrutar de ellos más tiempo, sin que sea necesario estrenar cada cierto tiempo. Con este esfuerzo inculcaremos a nuestros hijos valores como la solidaridad, la responsabilidad y la generosidad.




Un consumo reflexivo.



Un hecho repetidamente demostrado que se produce en cualquier compra es que el precio de un mismo producto puede oscilar notablemente en función del comercio donde se adquiera.  Por ello, es preciso comparar precios antes de efectuar la compra optando por aquellos comercios que mejores ofertas nos planteen. Las diferencias pueden ser significativas.









Consumo justo.



Nuestro esfuerzo de comunicación debe llevar a nuestros hijos a entender el trabajo que existe detrás de cualquier zapatilla, mochila o chándal y que es trabajo debe hacerse de acuerdo a mínimos de dignidad razonables. Así debemos ayudarles a rechazar productos en los que no queden claras las condiciones de trabajo en las que se han realizado y podemos hacer especial hincapié en la explotación infantil.




Consumo sostenible medioambientalmente


Frente al aluvión de marcas, publicidades y demás mensajes emanados de los medios de comunicación, debemos trasladas a nuestros hijos la responsabilidad por el cuidado del medio ambiente y la sostenibilidad del mismo. Debemos, por ejemplo, explicarles que cada libro, cuaderno, etc. provienen de la tala de bosques y que, en consecuencia, deben cuidar dichos materiales para que puedan tener una vida más larga. Igualmente debemos concienciarles para que se eduquen en costumbres como el reciclaje, la separación de vertidos, etc.





Reutilizar frente a estrenar.



A menudo la dinámica del consumo social nos lleva a tener que estrenar cada curso una mochila, un chándal o unas zapatillas. Debemos se conscientes del gasto económico y social que ello supone. Es por ello no debemos  desechar las ropas, mochilas o materiales que puedan ser empleados más allá del curso o por otros hermanos más pequeños. 

Pero no debemos confundir consumo responsable con consumir productos “verdes”, “ecológicos” etc., ya que la base fundamental del consumo responsable reside en el hecho de consumir solo aquello que necesitamos, pasando por alto las necesidades creadas por el sistema en el que vivimos, la publicidad etc.
Basándonos en el principio de las 3 Rs (reducir, reutilizar, reciclar) no solo aportaremos nuestro granito de arena, sino que además actuaremos como ejemplo para las personas con las que nos relacionemos, bien sea en nuestras intervenciones socioeducativas o en nuestra vida cotidiana teniendo en cuenta que el consumo no es solo aquello que compramos, sino todo aquello que utilizamos (energía, medios de transporte, electrodomésticos etc.).
Fuente: FAPAR

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