domingo, 24 de noviembre de 2013

Las aldeas de Potemkin




Grigori Aleksandrovich Potemkin, mariscal de campo de todas las Rusias, fue un personaje muy famoso en su época, ya que se puede decir que nada menos era el político favorito de la emperatriz Catalina II más conocida como Catalina La Grande. En 1783 Rusia consiguió conquistar Crimea, por lo que apenas cuatro años más tarde nombró a su protegido, el mariscal Potemkin, gobernador de la nueva provincia.
La emperatriz vivía en un mundo irreal manejada por los enredos de sus políticos, donde no se enteraba de la misa la mitad ni de la realidad dura y cruel que la circundaba, como por ejemplo la horrenda miseria en la que vivían tras guerras y penalidades sus nuevos ciudadanos de Crimea. 
Potemkin, deseoso de agradar a su protectora y sabiendo que estaba peor de la vista que Rompetechos, se encargó de organizar la ruta que seguiría en su visita a Crimea Catalina. Pero previamente mandó una legión de albañiles y carpinteros que construyeron a lo largo de toda la ruta imperial una serie de fachadas en las que dibujaron a ciudadanos felices y contentos que se asomaban a las ventanas saludando. Las fachadas así ocultaban las aldeas míseras que había detrás de las mismas donde la gente se moría de hambre y de frío, hacinados en sus míseras chozas realizadas con materiales de fortuna.

La emperatriz pasó con su carruaje y entre la distancia y lo corta que era de vista la pobre no se dio cuenta del engaño y cuando volvió a su palacio se llevó una grata impresión de lo felices que eran sus administrados. En cuanto el carruaje pasaba de vuelta los carpinteros del gobernador Potemkin quitaban las fachadas falsas y la miseria volvía a verse en su cara más cruda. Este episodio pasó a la historia con el nombre de "Las aldeas Potemkin". Como ven, a veces la realidad es más difícil de creer que la ficción que vemos a veces en las películas y hay que dejar claro que este es un episodio rigurosamente cierto.
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